lunes, 5 de julio de 2010

CAPITULO 4

Le extendí el brazo para saludarlo, pero Hodgins me miraba impasible, como tratando de adivinar a través de mis ojos un posible complot del gobierno. Nos quedamos así, inmóviles, durante unos segundos, que me parecieron siglos, hasta que una mujer nos interrumpió.

- No le hagas caso,- me dijo, aceptando mi mano -, siempre está con lo mismo.

Sus rasgados ojos me hipnotizaron. Era una mujer con unos ojos oscuros y profundos. Su larga melena oscura bailaba libre detrás de su cabeza mientras caminaba. Era realmente hermosa. La mujer se me quedó mirando. Debió de notar mi ausentismo espiritual.

- ¿Estás bien?,- pasó su mano varias veces sobre mis ojos, depertándome de mi sopor.

- ¿Eh? Sí... sí... Estoy bien.... Creo...

- Soy la doctora Ángela Montenegro, experta en retratos robot,- y me enseña un folio donde había pintado mi retrato.

- Realmente eres muy buena...,- dije casi en un susurro admirando su arte.

- Y eso que el modelo está vivo y entero,- me contestó irónica.

- Tendrías que verla trabajando con una simple calavera,- responde Sweets.

- Bueno, ¡todos al trabajo!,- exclama Saroyan, dando palmadas. Cada uno vuelve a su puesto. Ángela toma a Hodgins de los brazos y se lo lleva.

- Ya te acostumbrarás...,- me susurra mientras se aleja con el científico. Saroyan y Sweets se quedan conmigo. Me llevan a una pequeña escalinata que lleva a una plataforma en medio de la sala. Saroyan saca una tarjeta de su bolsillo y la pasa por una ranura a un lado de la escalera. Un característico sonido indica que la alarma ha sido anulada. Los tres subimos por la escalera. Una mujer, de pelo castaño y corto, recogido en una graciosa coleta, observaba absorta un esqueleto.

- Ni un terremoto de fuerza 11 la haría abandonar sus estudios,- susurra Sweets.

Saroyan carraspea. La mujer nos mira por un segundo y vuelve al esqueleto.

- Doctora Saroyan. ¿Qué desea?

- Ya está aquí el nuevo becario del Jefferssonian.

- Ahora estoy ocupada.

- ¡Vamos, Brennan! ¡Es sólo unos segundos, para saludarle nada más!,- responde Sweets.

- Esos segundos podrían ser fundamentales para el estudio.

- ¡Temperance!,- exclama Saroyan, ojiabierta.

Brennan deja el esqueleto por un momento, se acerca a mí, y me extiende su brazo al tiempo que me responde:

- Soy la doctora Temperance Brennan. Bienvenido al Jefferssionian.

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