Hace unos días, un “conocido” mío
me dijo ASESINO, así, con todas las letras y muy en serio. ¿No os he dicho que
es vegano? ¡Qué cabeza la mía! Pues sí, me llamó ASESINO por el simple hecho de
comer carne. Y cuando le pido que lo retire, me suelta que no; es más, me dice
que si no quiero que me lo digan, sólo tengo dos opciones: o dejar de comer
carne, o asumirlo (el que soy un asesino). Lo primero de todo, el alimentarme
de carne NO me convierte en asesino, asesino es aquel que mata por simple
diversión. Si no, los veganos también son asesinos que se alimentan de plantas
(que también son seres vivos). ¿Que soy muy radical? Bueno, ellos también. La
alimentación es como el feminismo: NADIE te obliga a comer o no comer algo, al
igual que el feminismo no te obliga a (no) depilarte (por ejemplo), si no que en
ambos casos te da la opción de elegir libremente uno u otro camino.
Es como si yo, a mi amiga musulmana
de toda la vida (que no come cerdo, ya lo sabéis) la OBLIGARA a comer cerdo, o,
al contrario, que ella me obligara a NO comerlo.
Si queréis igualdad, respeto y
tolerancia, empezad por vosotros mismos. “Consejos vendo, que para mí no tengo”
Nadie es poseedor de la verdad
absoluta ni de la verdadera razón, así que dejaros de mierdas y tonterías y
dejad que cada uno viva su vida. (¿Será que el no comer carne les vuelve
gilipollas?)