sábado, 1 de diciembre de 2012

01/12/2012

Hay dos clases de ancianos: los que van al médico por cualquier cosa y los que no van aunque se estén retorciendo de dolor. Y tú al final fuiste de los segundos. Porque, como luego comentó aquél doctor, es increíble cómo pudiste soportar aquellos dolores durante tres días. Gracias a Dios que la tía logró convencerte de que fueras al médico. La tía pensó que estarías incubando una gripe fuerte o algo, pero luego descubrimos que era la vesícula. Y algo más. Tú y tu cabezonería de pueblo.

Cuando al final te ingresaron en el hospital, y según las noticias que tuve, pensé que ya se te fue la cabeza (como tu hermana al final de sus días), pero no, al día siguiente hasta el final la pudiste amueblar bien, y seguiste como si nada hubiese pasado. Durante los cuatro días que has estado en esa cama de hospital, sólo fui a visitarte dos días. La primera vez fui con un poquito de miedo, por lo que pudiera encontrarme, pero no fue nada. Tan sólo estabas ahí, acostado, cansado y medio durmiendo. Al día siguiente estabas despierto y de risas, a pesar de la máscara de oxígeno a la que te engancharon. Bromeando como siempre. Ayer no te quise visitar, por las noticias de que estabas peor, y no me atreví, pero casi lo prefiero, porque esa última imagen que tuve de ti prefiero guardarla. Así es cómo quiero recordarte, como el bromista que fuiste toda tu vida.

Y junto a esa imagen, la de tu mujer a tu lado, sin moverse de la silla, limpiándote la frente de sudor. Eso me llegó al corazón. Sin duda, eso es amor y no lo que comentan los chavales de doce años de hoy en día. Más de 50 años casados y, a pesar de las discusiones que teníais alguna vez en casa, os amabais por encima de todo (bueno, no sé ahora su realmente discutíais, porque ya sabes que ella está bastante sorda).

Ahora el problema es ella. ¿Quién cuidará de ella? La tía iba de vez en cuando a visitaros ("quien dice de vez en cuando", dice "prácticamente todos los días"), comía con vosotros y se quedaba un rato. Es cierto que una chica va  a casa a limpiar y eso, y que tenéis el botón del 112, pero me preocupo mucho, porque eras tú quien cuidaba de ella. Entre que está medio sorda y un poquito ciega, y que apenas puede andar, estoy por irme con ella a vivir, porque me pilla cerca del curro, pero como trabajo de noche y duermo por el día, hasta la tarde no puedo ayudarla.

No sé si al primer síntoma te hubieras ido al médico, te hubieras salvado, y seguirías aquí con nosotros, porque lo que te ha alejado de nosotros era algo que no tenía solución.

Quiero que sepas que siempre te recordaré, porque conocerte durante estos casi treinta años ha sido una de las mejores cosas que me han pasado. Lo único que espero es que estos 81 años que has estado dando guerra en este mundo hayan sido completos.

TE QUIERO, ABUELO